La empresa Little iApps ha creado una aplicación para el teléfono iPhone, la tableta iPad e iTouch (música), denominada Confession. Es una aplicación para el dispositivo electrónico de Apple que quiere ayudar a los católicos en el sacramento de la reconciliación.
El Vaticano ha corrido a puntualizar que no tiene sentido hablar de “confesarse por la vía del iPhone”, y que no hay sacramento de la confesión sin diálogo entre el sacerdote y el penitente.
Confesión remite a pecado, palabra que, sobre todo para los que ya tenemos unos años, lleva implícita culpabilidad, castigo, condena al fuego eterno… La hemos sufrido demasiado. Pero no podemos obviarla. Digámosle “falta”, si “pecado” nos suena mal. Para confesarse, nos decían, hay que hacer examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia.
Puede parecer anticuado para algunos, pero cometemos “faltas”, contra los demás y contra nosotros mismos, y nos toca afrontarlas si queremos vivir en paz. Y la manera, tanto si se es creyente como agnóstico, no varía demasiado: reconociéndolas (examen de conciencia) y responsabilizándonos del dolor que (nos) hemos causado (dolor de los pecados), trabajando la compasión, y añadiría, compensándolo (cumpliendo la penitencia. Podríamos hablar de reconciliación.
Pero, ¿a quién confesamos los pecados? Se ha dicho muchas veces con ironía que los psicólogos y terapeutas han cogido el relieve del “confesor”, aunque ni que decir tiene que nos movemos en ámbitos diferentes y no podemos ni queremos “perdonar” nada (ni juzgar, ni aconsejar. Compartimos, eso sí, la relación y el diálogo, base de todo el proceso terapéutico, y en terapia gestalt facilitamos la reconciliación del cliente con sus propias sombras, para que las integre como partes suyas que son y pueda superar el conflicto.
En palabras de Fritz Perls: ““Luz y oscuridad, opuestos irreconciliables cuando se miran desde el punto de vista abstracto. ¿Cómo puede haber luz cuando hay oscuridad, que es la esencia misma de la nada? Una excluye a la otra. Ahora miren ese árbol a la luz del sol. ¿Ven la sombra? ¿Sombra sin luz, luz sin sombra? ¡Imposible! En este caso la luz y la oscuridad se determinan entre sí; se incluyen entre sí.” (Dentro y Fuera del tarro de la basura, 1975).